LAS CHUSCHUDAS DEL FAMATINA


por JENNY LUJAN
Asamblea de Famatina y Chilecito 
para el
      ENCUENTRO DE MUJERES DE LA OTRA CAMPAÑA


Somos solo mujeres,
Pero esa es nuestra gran virtud,
De ser altivas y hermosas
Porque somos la historia nueva,
Porque somos territorio,
Porque somos la Pachamama,
Porque somos flor y revolución…

Amanece, el sol se asoma tímidamente iluminando la cumbre del nevado que majestuoso se muestra tras una noche plateada. Son las 6,35 y en la barrera un grupo de jóvenes debate la organización de talleres para ese día. Todos y todas hablamos mucho por estos días. Cabildeo de miradas, se  toma la palabra, se opina, se decide, se planea, se organiza, se distribuyen tareas, en fin, se construye democracia participativa.
Inés prepara el mate con muña mientras Margarita amasa las tortillas, Germinal riega la calle con dos grandes baldes. Carolina limpia el frizzer, Gloria barre con una escoba de jarilla el Altar de los Santos. Desde lo alto del cerrito que nos cubre, se ve el campamento despertar lentamente. Unos duermen alrededor del fuego que ya agoniza entre tizones moribundos. El cumpa Julio levanta la basura mientras pone en marcha la radio que nos trae las noticias. En un par de horas escucharemos a Walter diciendo que hay visitantes que quieren subir al corte para que pasen a buscarlos. El pan llega calentito de la mano del Flaco de Campanas, la María espera a la Vicenta preparando las ollas que se lucen sobre la mesa mientras el canal de riego distribuye el agua bendita que nutre nuestros sembradíos. Agua que baja del Famatina impregnado las gritas de la tierra, agua que nos da vida y nos define ancestralmente agricultores.
Lentamente se pone en marcha un día más en el campamento, la guardia nocturna se apresta a descansar  y comienzan a llegar los y las vecinas con sus canastas donde no falta el mate, el pan casero y la tortilla.
No paramos de recibir donaciones de alimentos, verduras frescas, frutas, bidones de agua. El ritmo del candombe aun resuena en la cabeza y en nuestros cuerpos luego de una noche de baile y encuentro. Cientos de compañeros y compañeras de toda la provincia y provincias vecinas compartieron un fin de semana cargado de palabra, de ritmos, de expresión artística, de encuentros, de solidaridad. La trutruca (instrumento de viento mapuche) suena a lo lejos en manos del Chuña de Belén convocando a los espíritus ancestrales del rio Amarillo y retumbando en las quebradas que definen un paisaje inigualable en el Alto Carrizal.
Entre mate y mate irrumpe la pregunta de Sofía, una cumpita que nos vista ¿Quiénes son las chuschudas?  La mirada cómplice de las lugareñas se cruza entre risas tímidas y carcajadas, “las mujeres de Famatina y Chilecito” responde Germinal señalándonos. “Así nos llama el gobernador” dice Yanina orgullosa.
Si, somos las chuschudas (despeinadas en lengua quechua), las locas, las desinformadas, las cerroristas. Somos solo mujeres. Mujeres que hablamos en primera persona y desde nosotras mismas, conjugando las varias voces que nos componen. Mujeres que acompañamos a nuestros hombres en una pueblada que nos dignifica y nos muestra hembras rebeldes. Mujeres que tomamos la palabra, que decidimos, que ponemos el cuerpo ante la ofensiva represiva y de los camiones que pretenden entrar a destruir nuestro territorio.
Nosotras reconocemos nuestro territorio como digno para la creación, el pensamiento y la existencia y lo defendemos con prácticas de desacato y rebeldía contra un nuevo intento de recolonización, nos disponemos creativa y agresivamente a defendernos, como toda hembra que percibe el peligro que pone en riesgo la vida de sus crías ante la amenaza de un nuevo enemigo.
La historia de las mujeres siempre ha estado  invisibilizada por el sistema, al que no le conviene el cuestionamiento, el enfrentamiento y el desenmascaramiento. Las mujeres en Famatina y Chilecito hemos tomado lo público, la calle, las plazas, las rutas como escenario de una forma de participación que abre caminos retomando las luchas de mujeres silenciadas por la historia como Victoria Romero, Bartolina Sisa, Micaela Bastidas, la India Juliana. Juana Azurduy, Flora Tristán, Dolores Cacuang, Manuela Sáenz, Tania, Azucena Villaflor entre miles de mujeres negadas por el orden machista.
Locas, agitadoras, rebeldes, desobedientes, subversivas, brujas, callejeras, chuschudas, trastornadas, somos un tejido de solidaridades, de identidades, de compromisos, somos mujeres. Mujeres solteras, casadas, divorciadas, solas y acompañadas. Estudiantes, amas de casa, trabajadoras, empleadas y desempleadas. Soñadoras y seductoras. Con mas y con menos edad, todas cocinando, limpiando, amando, bailando, pintando, enamorándonos y paliándonos.  Dispuestas a luchar por nuestros pueblos, empeñadas en asumirnos como sujetos políticos para decirnos y decidirnos. Para que otros no decidan por nosotras, aceptando nuestras contradicciones, sin tratar de resolverlas enfrascándonos en una pelea por la verdad, sino mas bien creciendo a partir de ellas.
Cientos, miles de mujeres riojanas que en diferentes lugares de nuestro territorio armamos trincheras en las aulas, en nuestros hogares, en las plazas, en las rutas y en el campamento del corte de la dignidad. Estamos aprendiéndonos, estamos reconociéndonos, estamos  encontrándonos con otras mujeres que, al igual que nosotras, están de pie en Andalgala, Tinogasta, Santa María, Amaicha, Cafayate, Belén y muchos pueblos de toda la Argentina y Latinoamérica, expresión pura de lucha y resistencia  que elevan la voz ante los atropellos de los gobiernos y empresarios angurrientos de poder y avaricia.
Hoy somos cientos, miles las chuschuadas que caminamos tranquilas, en paz, despacio pero decididas. Nuestros pueblos se han vestido de rostros de mujeres, rostros de niñas y niños, de rostros de hombres; los rostros de  los pueblos, quienes llenas y  llenos  de  esperanzas, sueños, experiencias,   luchas y  resistencias, participamos orgullosos y orgullosas de esta digna resistencia que crece y se desparrama impregnando el continente como agüita fresca del Famatina.